jueves, 19 de febrero de 2009

Vacaciones - El regreso

Yo sabía. Está bien que no fue un vaticinio digno de Nostradamus, pero sí fue irrefutable. Pasaron dos días y ya soy la misma neurótica, desquiciada y malhumorada que siempre fui.
Mi bronceado envidiable pasó a ser, en dos jornadas sin sol, similar a una mezcla de lepra y soriasis aguda.
La dieta vacacional hizo estragos en mi cuerpo. Desde los salames hasta los chocolates, hice un mejunje de calorías que resultó fatal. Ya sé que las vacaciones son para darse los gustos, pero mi satisfacción duró lo que demora en derretirse un chocolate en la boca y la grasa asentada en mi cintura va a ser mucho más perdurable.
Para colmo acabo de cumplir los 30 y la verdad es que no es lo mismo que tener el 2 adelante. Y no vengan, las que andan en la misma, a hacerse las superadas porque los cambios de décadas tienen consecuencias psicológicas desastrosas al principio y encuentran un equilibrio que roza lo patético después.
Lo cierto es que ya no adelgazo más rápido de lo que engordo y lo que engordo tiene la puta costumbre de ir a meterse justo en lugares de los que ninguna de esas “nuevas técnicas infalibles” lo podría sacar.
Además, juro que tomé Activia con la frecuencia que me indican las más de 200 publicidades que dan vueltas en la televisión, pero el ritmo de mi tránsito fue similar al de la 9 de Julio un viernes a las 6 de la tarde.
“Gracias a Dios”, el regreso a la rutina normalizó algunas cosas, por ejemplo, las contracturas, el ceño fruncido y el bruxismo. El aburrimiento exasperante que implica pasar cada día metida en la oficina, el odioso despertador por la mañana, la gente con la misma cara de pocos amigos que yo y el asqueroso, insoportable, aborrecible calor húmedo y asfixiante de esta ciudad.
Por suerte, soy voluntariosa y en seguida retorné al ejercicio físico. El problema es que me puse a hacer una de esas actividades circenses que están tan de moda ahora y quedé rota. Me duelen desde las rodillas hasta los codos. ¿Por qué no se me ocurrió hacer esto a los 17 o 18 años? No, tuve que esperar a los 30 para demostrarme que sigo estando bárbara y que a los 30 “empieza el esplendor y podemos hacer todo lo que queramos”. Váyanse a la mierda todas las revistas, programas y demás descarados que profesan esa mentira. A mi me duele todo, estoy estresada y ya comencé a olvidarme de las cosas.
Conclusión: las vacaciones también son una perversión de este poder que podría caracterizarse como “foucoltiano”. Probamos la buena vida el tiempo suficiente para poder “renovar energías” y seguir trabajando, pero no demasiado, no vaya a ser cosa que nos acostumbremos…
Me parece que la próxima vez me voy y no vuelvo. Encontré un lugar paradisíaco y casi desconocido que se llama Playa de los Hippies y consta de un solo habitante: “El Hermi”. Me quedo allá, a vivir de la pezca y la limosna, sin depilarme nunca más y sin preocuparme por la edad, las grasas y las vacaciones.
…Ni yo me la creo. Es triste darse cuenta cómo a todo nos acostumbramos…

3 comentarios:

  1. jajaja es deprimente volver de las vacaciones!! terrible y para colmo a un lugar de trabajo d mierda, te comprendo. PENSAS SI ALGO PUEDE SER PEOR?? ssssiiiiii INTENTA NO FUMAR Y LO VERAS!!!!!!!!!! JAJAJAJJAA
    BESOS CABRONA

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  2. no te salves!!! ni ahora ni nunca, no te llenes de calma ....ni de exasperación!!!!
    simplemente hacé lo que se te cante. ese derecho d piso es lo UNICO que realmente se gana con los años, tal vez...
    che, y donde queda la playita esta....?
    bss d evan

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  3. hola hermana como va
    la verdad con el artiiculo anterior me hiciste llorar y con este reir jajaj la verdad tas media loquita.... es de familia...
    con el tema ese del baño quedate tranquila que yo te voy ayudar con algo mas barato y mas bueno.
    con el tema de la edad dejate de joder, estas mas linda, mas flaca y mas loca que nunca jajaja estas re bien y sos muy joven todavia hermana ojala yo tuviera tu edad..
    te cuento que el martes capaz estoy por ahi asi que te llamo
    te amo mucho mucho

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