martes, 13 de enero de 2009

Lunes

Hoy tuve un día de mierda, para variar. Me levanté con un dolor agudo en la espalada que, drogas mediante, no cedió. En la oficina reinaba un clima de lunes capaz de deprimir a un fanático de la música electrónica bajo los efectos del éxtasis en plena creamfield. Y encima me percaté de que estoy cobrando $100 menos de lo que dice mi recibo de sueldo, que de por sí es una miseria.
Puntualmente me retiré de mi trabajo, cosa que nunca sucede a la hora de llegar, con un sueño exasperante gracias a los efectos colaterales del míorelajante, aunque, desde ya, con más dolor de espalda que cuando desperté. Tomé el subte urgida por llegar a mi cama y esperanzada por el único detalle positivo de un enero en Capital: menos gente. Cuando llegué a la estación Diagonal Norte para combinar con la línea D, el paisaje se asemejaba a una manifestación de la década del 80. El servicio estaba interrumpido.
¿Por qué? ¿POR QUÉ SON TAN GUACHOS? Mañana el pasaje pasa a valer $1,10. Me gustaría saber con qué autoridad moral se dan ese lujo. ¿Por la excelencia del servicio, quizás? Yo creo que es sadomasoquismo. Una medida con las características comunes a todas las políticas que afectan a la mayoría de la gente, o sea, al 80 % de los boludos que hacemos magia para llegar a fin de mes y pagamos religiosamente todos los impuestos.
Una vez por semana, como mínimo, pronuncio en voz baja “les voy a poner una bomba” y realmente lo haría si pudiera. Haría estallar a Metrovías, a Telefónica (a la cual le pedí la baja del servicio hace más de 6 meses y me siguen facturando), a TBA, a Autopistas del Sol y a muchas empresas heredadas de la última década infame (los 90) que no hacen más que robarme impunemente. Y, para colmo, tengo que lidiar con los inútiles, inoperantes que están para soportar mis reclamos y que no pueden pronunciar dos palabra por fuera del “speach” imbécil que les arman que parece estar dirigido a infradotados (hasta en eso son cínicos).
No estoy bogando por el comunismo. Aunque Marx me parezca de los pensadores más lúcidos que he leído, tengo una mínima noción de dónde estoy parada. Pero, por lo poco que he aprendido, me da la sensación de que el Estado no cumple con muchas de las funciones que le corresponden. Excepto que estas sean enriquecerse ilícitamente, aumentar la corrupción y la pobreza, etc., etc., etc.
Más allá de las interminables opiniones que puede haber al respecto, hay algo que me genera un poco de culpa. Precisamente, poner siempre la culpa en los demás, porque los políticos que tenemos no nacieron de un repollo y porque, en mi opinión, no cumplimos nosotros tampoco como ciudadanos con solamente no faltar a la carga cívica de emitir un voto y pagar los impuestos.
A veces tengo la sensación de que somos un obediente rebaño o una manga de vagos irresponsables. Pero no, yo no voy a rendirme, ya verán que un día de estos me decido y me transformo en una ciudadana activa políticamente, responsable y solidaria y les pongo una buena bomba a esos hijos de puta, empezando por Metrovías…

1 comentario:

  1. Hagamos una revolucion Nati!!!, busquemos soluciones.
    Definitivamente necesitas vacaciones....
    Besos..

    Sebas

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