martes, 28 de abril de 2009

Look anti pandemia

Mi rutina de belleza se está viendo alterada radicalmente. Pasé de usar cremas humectantes-reafirmantes-autobronceantes a usar repelente. No es que el viejo y conocido off cumpla con todas esas funciones (que ahora que lo pienso tampoco las cumplen las cremas), pero el mejunge de ambos es asqueroso.
Ni hablar si al característico aroma del espanta -Aedes Aegypti le sumo el delicado perfume de Paula Cahen Danvers, parezco una ensalada.
Y para qué pensar en las medidas que la paranoia global me llevará a tomar pronto por esto de la gripe porcina. Si a todo lo anterior le sumamos barbijo y guantes, me asemejaré a un empleado de bromatología recién salido de una inspección a un tenedor libre cualunque.
De todos modos, no creo que adhiera a estas últimas medidas. Y no porque me crea inmune, sino sencillamente porque no me da el presupuesto. La realidad es que un barbijo aísla los virus y gérmenes durante dos horas (siendo muuuy bueno el barbijo y yo muy generosa) y cuesta (aún) $2. Es decir, que para protegerme durante un día - y esto viene para largo- debería gastar $24. Imposible, me muero de hambre antes del mes.
Lo que sí tengo pensado es aportar al ascenso vertiginoso de las acciones de Roche y encanutarme unas cajitas de esa droga de nombre difícil que dicen que es efectiva.
Pero, ¡ojo! mi psicosis no tiene que ver con el bombardeo mediático (bueno, un poco también por eso). Pero más bien se la debo a ese paupérrimo empleo que he mencionado antes. Siendo empleada pública de una dirección que tiene estrecha relación con estas enfermedades, tengo razones de sobra para vislumbrar, por lo menos, graves problemas.
Es que la inoperancia, la improvisación y el desorden con que se abordan estos temas, asustarían a cualquiera. Y eso, los medios, no lo están reflejando...
Aunque no quiero entrar en detalles, debería ser uno importante el hecho de que la Sra. Ministra de Salud es Licenciada en ciencias Políticas! ¿Qué cuernos sabe esa mujer de epidemias, pandemias, chanchos y mosquitos?
Yo creo que nada. Por eso en unos días, cuando cobre, saldré a reventarme el sueldo, pero en vez de ir al stand de L´oreal Paris, iré al mostrador en busca de antigripales...

martes, 21 de abril de 2009

La tele y yo

La televisión y yo no tenemos una buena relación. Disentimos en cuestiones fundamentales, como qué implica la estética, el entretenimiento, la información.
Por ende, casi nos ignoramos. Pero el otro día, haciendo un poco de zaping, vi el aviso de un programa que me interesó: “Argentina para armar” iba a “mostrar que en épocas de crisis se puede conseguir trabajo”, de hecho contaría con la presencia de gente de diferentes edades que lo logró en los últimos meses.
Desconforme como estoy con mi empleo paupérrimo, decidí resignar una hora de sueño, en pos de hallar una fórmula o, al menos, una pista que me permita modificar mi situación laboral.

Primer caso testigo: una pendeja diosa de 25 años que estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de San Andrés (dije SAN ANDRÉS), estuvo dos años pensando qué quería hacer realmente con su vida y hoy es gerente del hotel de Coppola (Francis Ford, mal pensados) en Argentina.
Con eso ya empecé indignarme. ¿Qué tiene de representativo esa mina para las miles de personas que no tienen trabajo y para otras miles que necesitan un trabajo mejor?
Me sentía una ilusa. Una vez más le di una mínima oportunidad y me cagó a la primera de cambio.
Los otros casos eran similares, aunque no tan bizarros: un psicólogo de 40 años con un master en Recursos Humanos hecho en Alemania (o por ahí), un ingeniero que trabaja en Techint y consiguió un empleo mejor remunerado en una compañía asiática que se instaló en Argentina y, por último, tipo consuelo de tontos, una mina de 27 años (con rasgos norteños) que estudió en la UBA psicología y pasó de que la exploten en un shopping a que la exploten en una compañía.
Si no quieren ahorcar a María Laura Santillán, relean.
Juro que me paré de la silla y los putié en voz alta y gesticulando con mis manos. No estoy loca, sé que no podían escucharme, pero necesitaba canalizar!
¿Así es como los medios y los programas serios apuestan a la construcción de un país más justo y competitivo?
Definitivamente, es mejor mirar algo más descarado y vulgar, pero, al menos, no tan hipócrita.
Felicito de corazón a todos aquellos seres agudos e inteligentes que han optado por Tinelli.

lunes, 13 de abril de 2009

Neo comunismo

¿Sabían que el gobierno de CFK es comunista? Si arquearon las cejas en señal de asombro, es porque quedaron tan desorientados como yo. Pero les aseguro que eso es lo que opina el mismísimo PC.
Estaba tomando sol, tranquila y relajada, cuando aparecieron dos chicos de veintitantos años ofreciendo torta y el periódico del partido. Me asaltó una conciencia “dietística” inusitada y rechacé los dulces, pero me compadecí de esa militancia pura e inocente y les compré el diario.
Si no hubiera sido por la hoz y el martillo en el margen superior izquierdo, habría estado segura de estar leyendo una publicación del Frente para la Victoria. “Fuerza Presidenta contra la derecha golpista”, rezaba el título principal sobre un retrato de la señora que dejaba en evidencia las toneladas de botox aplicadas en el rostro.
Leí cada artículo, cada recuadro, con detenimiento y creciente indignación. Mi congratulación con la militancia revolucionaria duró menos que mi esperanza ante la llegada de la Alianza al gobierno.
Quería ir a buscar a esos traidores y enfrentarlos con los principios del comunismo para que me expliquen cómo no les da vergüenza. El comunismo aspira a la abolición de la propiedad privada, debería sobrar para que se opongan a la opulencia creciente del patrimonio de la Presidenta y su señor esposo, por sólo mencionar un detalle.
Recordaba el libro que leí hace poco sobre el Che y muchos de los apuntes que estudié en la universidad… Qué irónica resulta a menudo la historia.
Yo no soy comunista, aunque considere más justa la propuesta de una sociedad sin clases, cosa que seguramente me sucedería con cualquier sistema que no sea el capitalismo. Pero me genera una sensación de desconsuelo y escepticismo, ver cómo se tergiversan las ideas ante la maquinaria del poder.
Por suerte, al llegar a la última página, encontré un pequeño recuadro que rescataba la memoria de Sandino y me calmé un poco. Me recordé a mí misma que estaba intentado despejarme y curar algo de la locura cotidiana con el sol y la distracción como únicos placebos.
Y me recordé también que, desde el discurso, nos indignamos todos. Pero sólo algunos traducen sus palabras en acción. Lo terrible es que casi siempre, los que lo hacen, son unos hijos de puta del estilo de los Kirchner…

domingo, 5 de abril de 2009

Penas y Gloria

Se quedó sentado durante varias horas, con los codos apoyados en las rodillas y la frente entre las palmas. En el estadio del club de sus amores ya no había nadie, pero él continuaba viviendo en la realidad del pasado inmediato. Un silencio profundo y desgarrador manaba de las gradas descoloridas, hecho de miles de sombras que quedaron allí, con la esperanza trunca y el grito ahogado.
A las tres y media de la tarde del sábado del ante último partido del torneo, el árbitro pitó su silbato y la hinchada comenzó a alentar con todas las fuerzas de las que era capaz. El otro equipo estaba solo. Venían del interior, y los que entraron en el único micro que viajó hasta la Capital, fueron los que en vano intentaron ensordecer los gritos del local.
El dueño de casa comenzó amenazando con golear. Pero a la primera llegada de los de Junín, sorprendió un gol que ni ellos mismos esperaban. Por el azar del fútbol, les llegó el segundo y a los pocos minutos un penal para los desesperados anfitriones que, a pesar de clavarse en el palo izquierdo, no alcanzaría para revertir la situación.
Las caras en las tribunas parecían presenciar uno de los días más amargos de sus vidas, con la tristeza y la impotencia de que las cosas pasen más allá del alambrado.
El segundo tiempo sólo hizo eterna la agonía. Los visitantes convirtieron tres goles más y, en una carrera de tiempo desesperada, el local sólo pudo convertir un gol. Los delanteros arremetieron con furia, dejando el corazón y los pulmones en el campo, pero no lograban generar ninguna jugada que despertara algo de ilusión en su hinchada incondicional. Hombres y mujeres miraban el reloj sabiendo que todo estaba perdido y, sin embargo, hacían fuerza con el gesto y apretaban sus manos, sosteniendo esa inexplicable creencia de que todavía un milagro puede suceder.
Pero el prodigio no sucedió: la mano en alto del juez y un silbato tan igual como diferente al de una hora y media atrás, sepultó las posibilidades de entrar a jugar por el ascenso a la categoría que jamás se debió abandonar.
Cuando el silencio y la ausencia poblaron el campo, el estadio y hasta el barrio, él permaneció ahí, con su tristeza a cuestas como única prueba de lo que increíblemente había pasado. Lloró por la oportunidad perdida, pero se fue sabiendo que volvería una y mil veces, porque el destino de tanta pasión, no puede ser otro más que la gloria…

miércoles, 1 de abril de 2009

Alfonsín

Qué puedo decir yo, desde un lugar tan chiquito y anónimo, sobre alguien de quien por éstas horas hablan personalidades destacadas de todo el mundo. Qué puedo agregar que no resulte insignificante, empalagoso…
La asunción de Alfonsín como Presidente es uno de mis primeros recuerdos políticos. Yo a la Dictadura la viví a través de los libros, de los recuerdos de mis familiares, de mis elecciones, muchos años después.
Pero la primavera democrática me encontró con cierta conciencia, y recuerdo, con la dulzura que la subjetividad de la distancia nos aporta, las Plazas de Mayo de entonces, rebosantes de alegría, de decisión, de esperanza. Recuerdo el Nunca Más de la CONADEP, el alegato de Strassera, las explosiones de La Tablada, la hiper inflación. Recuerdo a mi mamá, que votó a Lúder, llorando cuando se supo que el radicalismo había ganado. LLoraba de emoción y aplaudía el triunfo de Alfonsín, festejaba la democracia, no importaba la bandera que se alzara entonces.
Cuánta esperanza invadiendo las calles, cuánta conciencia republicana, responsabilidad ciudadana, compromiso mutuo. Qué sociedad prometedora éramos entonces. La Constitución Nacional era récord de venta en las librerías y casi todos sabían de memoria el Preámbulo, como evidencia colectiva de aquello hacia lo qué íbamos y hacia dónde jamás queríamos volver.
Hoy me conmueve ver a mujeres con bastón, nenes que podrían ser mis hijos, vecinos sin distinción política apostados en la puerta del Congreso, con expresión adusta o directamente entre lágrimas.
¿Por qué? Quizás porque no sólo se muere un ex presidente honrado y consecuente. Su muerte lo acerca y pone de nuevo a flor de piel sentimientos guardados bajo la capa de tantos años de políticas nefastas que fueron limando la ilusión, minando la conciencia.
Con su muerte renace un espíritu que hace mucho abandonamos porque la lucha era demasiado injusta. Y parir duele pero también da vida.
Quizás honrarlo también sea juntar fuerzas y volver a creer. Volver a creer en nosotros mismos. Volver a creer en la democracia.