Como la lectura intelectualmente pretenciosa me estaba haciendo mal, fui consecuente con mis palabras y me puse a (intentar) leer una Cosmopolitan.
Juro que traté de hacerlo sin prejuicios. Me senté a la noche en el balcón, relajada, con una copa de vino y un cigarrillo, dispuesta a disfrutar de cosas sencillas que me desconectaran de mi día de locura.
La primera crítica que tengo para hacerle a esta revista es que me deprime un poco que casi todas las páginas tengan fotos de diosas en la playa, diosas en los boliches, diosas en la cama. Podrían tener un poco de piedad, considerando que la edición está destinada a mujeres que tienen muchísimos medios menos y muchísimos kilos más.
Pero supongamos que lo hacen para inspirarnos, que verdaderamente confían en que los trucos caseros que proporcionan nos dejen “la cola más hot”, “cero piel de naranja”, “y los labios de Angelina Jolie”. Voy a intentar creer que lo hacen con buena fe.
Ahora, pensar que podemos gastar 3000 pesos en un tratamiento para las estrías, cuando nos quedan por solucionar: flotadores, celulitis, arrugas, depilación, pelo, uñas, pies, contracturas, vestuario, maquillaje, poca teta, mucha cadera, flaccidez…eso sí me parece irrisorio. Salvo que yo sea la única tonta que no se percató que el target de la revista es la aristocracia inglesa.
De todos modos, voy a disculpar estas distracciones y a considerarlas sólo como un ideal al que apuntar.
Lo que me es imposible tolerar es que me traten de oligofrénica. Puedo abrir las páginas al azar y encontrar consejos como este: “10 cosas que nunca deberías decirle a tu chico: Me puse la mini que le gusta a mi jefe; besás igual que tu hermano; no haría un video hot, con los que hice me basta y me sobra”. ¿En serio hay chicas cosmo capaces de pronunciar tamañas idioteces? ¿De verdad hay mujeres a las que los “cosmo mandamientos” les mejoran la vida?
A mi me parece que las cartas de lectoras las escribe la recepcionista y las opiniones masculinas algún empleado gay (no pueden ser más distantes de las de mi novio, espécimen paradigmáticamente “macho” si los hay).
Como persona, como mujer integrante del género, partícipe de una cultura, de un grupo social, me siento psicológicamente ofendida e intelectualmente denigrada.
Realmente prefiero angustiarme con mis contradicciones ideológicas, que sentirme la destinataria de tanta basura.
Juro que traté de hacerlo sin prejuicios. Me senté a la noche en el balcón, relajada, con una copa de vino y un cigarrillo, dispuesta a disfrutar de cosas sencillas que me desconectaran de mi día de locura.
La primera crítica que tengo para hacerle a esta revista es que me deprime un poco que casi todas las páginas tengan fotos de diosas en la playa, diosas en los boliches, diosas en la cama. Podrían tener un poco de piedad, considerando que la edición está destinada a mujeres que tienen muchísimos medios menos y muchísimos kilos más.
Pero supongamos que lo hacen para inspirarnos, que verdaderamente confían en que los trucos caseros que proporcionan nos dejen “la cola más hot”, “cero piel de naranja”, “y los labios de Angelina Jolie”. Voy a intentar creer que lo hacen con buena fe.
Ahora, pensar que podemos gastar 3000 pesos en un tratamiento para las estrías, cuando nos quedan por solucionar: flotadores, celulitis, arrugas, depilación, pelo, uñas, pies, contracturas, vestuario, maquillaje, poca teta, mucha cadera, flaccidez…eso sí me parece irrisorio. Salvo que yo sea la única tonta que no se percató que el target de la revista es la aristocracia inglesa.
De todos modos, voy a disculpar estas distracciones y a considerarlas sólo como un ideal al que apuntar.
Lo que me es imposible tolerar es que me traten de oligofrénica. Puedo abrir las páginas al azar y encontrar consejos como este: “10 cosas que nunca deberías decirle a tu chico: Me puse la mini que le gusta a mi jefe; besás igual que tu hermano; no haría un video hot, con los que hice me basta y me sobra”. ¿En serio hay chicas cosmo capaces de pronunciar tamañas idioteces? ¿De verdad hay mujeres a las que los “cosmo mandamientos” les mejoran la vida?
A mi me parece que las cartas de lectoras las escribe la recepcionista y las opiniones masculinas algún empleado gay (no pueden ser más distantes de las de mi novio, espécimen paradigmáticamente “macho” si los hay).
Como persona, como mujer integrante del género, partícipe de una cultura, de un grupo social, me siento psicológicamente ofendida e intelectualmente denigrada.
Realmente prefiero angustiarme con mis contradicciones ideológicas, que sentirme la destinataria de tanta basura.