jueves, 28 de enero de 2010

Volver (con la frente transpirada)

Nada como tomarse un descanso de este infierno y, apenas uno empieza a acostumbrarse, tener que pegar la vuelta.
Los regresos siempre me provocan una sensación de distancia de algo que por todos lados me es ajeno, pero repleta, sin embargo, de nostalgia y cierta desolación.
Es esa terrible sensación de despojo que se siente al probar algo delicioso y efímero, tal vez por lo primero lo segundo, quién sabe…
La cuestión es que anduve por las sierras cordobesas, meta mate, río, peñas y vino por tres hermosos y pocos días, que a dos jornadas de distancia, ya me parecen lejanos y hasta algo borrosos.
Allá también hacían muchos grados más de los que los veranos por estos trópicos acostumbraban brindarnos hasta hace algunos años, pero la sensación térmica, cuando el verde reemplaza el gris, es mucho menor, o al menos así parece.
Esto implica que mi mal humor cotidiano se multiplicó a un nivel extremo, que raya con la locura. Para colmo, ya termina enero, lo cual implica que una jauría de turistas desperdigados, volverá a superpoblar la ciudad, transformada en una horda de ciudadanos desquiciados.
Verdaderamente, me cuesta entender qué motivos nos llevan a vivir en estas condiciones: amontonados como piojos en costura, apurados, desolados, solitarios y re contra cagados de calor!!!
Podría hurgar en el paradigma de la (pos) Modernidad o algo por el estilo, pero tengo demasiado embotamiento cerebral para andar haciendo análisis tan complejos al pedo. Total, el hombre es un animal de costumbre y, con varias vacaciones a cuestas, sé que la nostalgia se diluirá en la vorágine cotidiana y acabaré por conformarme –como siempre y como todos- con esa estupidez mediocre de que peor es nada…

1 comentario:

  1. Yo,en cambio, estuve en San Pedro, Belice haciendo snorkel con los tiburones y despues fuimos a Tikal, Guatemala y ahora vamos rumbo a Antigua, Guatemala y despues quizas a los volcanes del Lago Atitlan o Nicaragua o las playas del Caribe en Honduras.
    En fin, la vida es buena. No me puedo quejar.

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