Ayer tomé la mala decisión de pasar del partido de San Lorenzo- Tigre a los 100 programas de Zaping. Había alquilado una interesante película épica rusa, “1612”, pero la inercia de la sobremesa derivó en una panzada de cholulaje subdesarrollado.
Juro que no tenía idea de quién es Zulma Lobato, Silvina no sé cuanto (novia del reconocido Matías Alé) o de los no-embarazos de Nazarena, de la pelea de Rocío Marengo con Zofovich y demás cuestiones trascendentales para la humanidad. Y, honestamente, hubiera preferido continuar en la ignorancia.
Para colmo de males, hace uno días estuve estudiando sobre la cultura de las clases populares (Foucault, Bourdieu, De Certau y demás desagraciados), la distinción entre lo que producen y lo que las cases hegemónicas les imponen como modo de reproducir las condiciones sociales de producción. Terrible! Lentamente, sentía una sensación de asqueo en el estómago y de embotamiento cerebral que me clarificaron en unos instantes los retorcidos razonamientos de semejantes pensadores.
Mientras mi amorcito asentía a mi disertación sobre la mierda que consumimos indiscriminadamente y se le salían los ojos con tantos culos y tetas que alcanzarían para pagar la deuda externa de todos los países de África, yo sucumbía a la omnipotencia y sacaba conclusiones, como siempre poco esperanzadas…
¿Somos víctimas de un sistema que nos maneja cual marionetas desde los medios, la economía, el poder político, etc. o nos gusta revolcarnos en la mierda –a conciencia y voluntad- para luego poder decir, con orgullo y comodidad, lo mal que la mierda huele?
Juro que no tenía idea de quién es Zulma Lobato, Silvina no sé cuanto (novia del reconocido Matías Alé) o de los no-embarazos de Nazarena, de la pelea de Rocío Marengo con Zofovich y demás cuestiones trascendentales para la humanidad. Y, honestamente, hubiera preferido continuar en la ignorancia.
Para colmo de males, hace uno días estuve estudiando sobre la cultura de las clases populares (Foucault, Bourdieu, De Certau y demás desagraciados), la distinción entre lo que producen y lo que las cases hegemónicas les imponen como modo de reproducir las condiciones sociales de producción. Terrible! Lentamente, sentía una sensación de asqueo en el estómago y de embotamiento cerebral que me clarificaron en unos instantes los retorcidos razonamientos de semejantes pensadores.
Mientras mi amorcito asentía a mi disertación sobre la mierda que consumimos indiscriminadamente y se le salían los ojos con tantos culos y tetas que alcanzarían para pagar la deuda externa de todos los países de África, yo sucumbía a la omnipotencia y sacaba conclusiones, como siempre poco esperanzadas…
¿Somos víctimas de un sistema que nos maneja cual marionetas desde los medios, la economía, el poder político, etc. o nos gusta revolcarnos en la mierda –a conciencia y voluntad- para luego poder decir, con orgullo y comodidad, lo mal que la mierda huele?
p/d: para mí la respuesta es: “las dos cosas”. Pero en el primer caso lo “justifico” en la imposibilidad de ciertos sectores de “elegir” por diversas carencias, en el segundo es injustificable.