martes, 9 de junio de 2009

¡Nada personal, Fabián!

Los avisos de jabones en polvo, de productos de limpieza, de pañales, etc., etc., etc. me ponen en un estado similar al síndrome premenstrual.
No sólo porque Fabián Gianola me tiene harta, Maru Botana me resulta recalcitrante y limpiar me pondrá siempre de mal humor, sino también y fundamentalmente porque esta actividad posmoderna, que se ha vuelto casi un paradigma de la contemporaneidad, llamada marketing, lo único que tiene de "progre" son los personajes que habitan sus edificios y after hours.
Porque, y lo digo con una mano en el corazón, yo creo en una cierta igualdad de géneros. Lo creo desde mis convicciones, desde mi crianza, osea desde mi individualidad. Pero también lo pienso como algo cultural, que a esta altura - luchas, tratados internacionales, literatura, políticas y demás etcéteras mediante- debería estar instalado socialmente con cierta naturalidad.
Pero resulta que estas publicidades están todas, absolutamente todas dirigidas a mujeres. Me gustaría saber si las planifican señoritas abnegadas, buenas madres y con sueños de familia tipo, u hombres aferrados a estructuras cómodas y funcionales a su lugar de machos "pater familia" o de hijos eternos.
Ya sé que hay investigaciones de mercado, encuestas, conocimientos y muchos números detrás de esas porquerías, pero la verdad, me importa un pomo.
Además es mentira que Cif desengrase toda la mugre con solo pasar el paño amarillo, que Ace deje como nueva la ropa sucia, transpirada y repleta de rastros de la dieta diaria, o que las mujeres nos paseemos con esos changos aparatosos y siempre chuecos (a propósito) de los supermercados con aires de libertad y alegría. Grandes mentiras.
Sí, lo sé porque lo hago y para hacerlo compro todas esas basuras, pero que al menos les quede claro que no me gusta, que lo detesto y que me resulta ofensivo que me traten de estúpida con tanta impunidad y mal gusto.